lunes, 22 de abril de 2019

La rueda de la fortuna



Tomé esta foto un jueves y recuerdo que estaba contenta. No sé exactamente qué fue lo que me llamó la atención si el atardecer o la rueda. Supongo que las dos en su justa medida.

Todos dicen que la vida es una rueda de la fortuna porque a veces estás arriba, lo cual, según esto es bueno y, a veces estás abajo. Es decir, cuando no te va muy bien. Pero yo difiero con esta lógica.
Me subí a la rueda de la fortuna y cuando estuve arriba tenía mucho miedo de caerme o de que temblara. Cuando estuve abajo me sentí muy segura.  Cuando en tu vida, empiezas a sentir que estás arriba de todo, creo que no es muy bueno porque pierdes nivel, realidad y perspectiva. Por ello, la caída puede ser letal. 

Cuando todo el tiempo en tu vida estás abajo, significa que no sales de tu zona de confort y que cualquier impulso hacia arriba puede hacer que mueras, pero no por la caída; sino por el miedo. Sin embargo, lo chistoso es que cuando decides subir y subir y vuelves a bajar, te conviertes en alguien más. Abajo ya no encontrarás tu zona de confort sino lo que en realidad eres. Te asumes. 

Por ello, en mi paseo, descubrí que la verdadera lógica de la rueda de la fortuna no es ni el dinero ni la felicidad ni la tristeza y mucho menos la desdicha; sino el cambio. La vida es adaptarse aunque estés arriba o abajo.

El Invierno





El invierno está un poco desacreditado. Hay un rumor falso de que la felicidad es sinónimo de una playa soleada. Yo, por ejemplo, en estos días descubrí la serenidad en la blancura del invierno. En esas capas de hielo que quitan los suspiros de cualquier aventurero. 

Le di crédito al invierno porque conocí la belleza de un árbol sin hojas y de un lago sólido. Estoy convencida de que es en esta estación del año donde duerme la paz y todas esas cosas abstractas que nos dan esperanza. En el invierno siembras lo que disfrutas en el verano. 

El invierno se pregunta constantemente si él es el malo de la historia. Le causa tristeza cuando se entera que todos esperan al verano todo el año. “¿Por qué los niños sonríen más en el mar derretido?”, cuestiona.  El invierno no es tristeza ni nostalgia; es filosofía.

Ayer fui a una playa sin olas y escuché el soliloquio del invierno:

-¿Qué tiene de malo ser frío? ¿Qué tiene de malo poner las mejillas rosadas de algunos rostros sin expresión? ¿Qué tiene de malo poner nieve en las carreteras? ¿Qué tiene de malo frenar un poco el ritmo acelerado que últimamente consume el mundo? 

Es muy fácil escuchar al invierno porque habla lento y siempre hay silencio cuando él está.  Es también fácil escucharse a una misma. A veces nuestra voz se funde en el calor del verano; se cae en el otoño, pero en el invierno se congela y perdura más. Gracias al invierno me escuché y me hizo recordar, en cada paso, que soy, como todos, una inmensidad diminuta.
 

martes, 2 de abril de 2019

5 COSAS PARA EVITAR QUE TU MENTE TE DESTRUYA



La perfección y la destrucción dependen de nosotros. Específicamente de nuestra mente. Un pensamiento negativo afecta la salud, el humor, nuestras relaciones y son muchas veces la diferencia entre un día feliz y uno horrible. 

Últimamente me ha pasado. Desde que el Sr. A cambió de ciudad, yo tuve que renunciar a mi trabajo para poder estar con él. He vivido días en los que no quiero salir de mi cama porque tengo miedo; porque pienso que soy un fracaso; porque me da miedo el futuro; porque estoy gorda y por esto y por aquello. Me es muy complicado encontrar la forma para evitar que mi mente encabece mi propia destrucción. Intenté las siguientes cinco sugerencias que me han funcionado y por eso las quiero compartir.

1.       CREA UNA LISTA DE PENDIENTES Y CÚMPLELA
Un mal pensamiento se basa en el miedo. Al menos para mí, el hecho de saber que tengo muchas cosas que hacer y que no termino haciendo me crea frustración. Y de ahí, se gesta una cadena de ideas tóxicas; de ahí nace mi estrés que luego se convierte en mal humor. Y todo esto desencadena en una terrible discusión con el Sr. A.  En conclusión, mi día se vuelve triste.
Por ello, te aconsejo que si tienes un objetivo claro, crea pequeñas metas que te ayudarán a cumplirlo y de ahí desglosa diariamente una lista de pendientes. Si por el contrario, no tienes nada fijo, empieza por inventarte un hábito bueno. Yo elegí escribir, aprender a cocinar, leer todos los días y hacer ejercicio. Por lo general, trato de cumplir con todo. Cada vez que tachas un pendiente de una lista, tu mente experimenta la sensación de haber logrado algo y si realizas eso todos los días, será menos probable que tu fábrica interna de pensamientos malos empiece a trabajar.
2.       MEDITA Y COLOREA
Sé más que nadie que cumplir con una lista de pendientes a veces no es suficiente porque influye mucho el estado de ánimo. Por eso me gusta mucho meditar. No soy ninguna experta, pero lo que me ha funcionado es sentarme en el mat, cerrar los ojos y concentrarme en mi respiración. Mi mente está acostumbrada a crear pensamientos a cada segundo y es muy cansado. Cuando medito, imagino que todos esas ideas acumuladas salen de mi cabeza en forma de pelotas. Vuelan por el mundo y mi mente se vuelve más ligera. Hacer esto funciona a cualquier hora y lo recomiendo mucho.
Las mujeres tendemos a pensar más de la cuenta. A darle vueltas y vueltas a una situación y vivir imaginariamente en escenarios totalmente alejados de la realidad. Como consecuencia, terminas mareada de tus propias ideas, y por ende, estresada. Yo reconozco que soy capaz de vivir un infierno en mi cabeza y no me doy cuenta hasta que lo digo en voz alta y concientizo lo insensato que parece, pero ya creé en mi cuerpo sustancias dañinas generadas por una preocupación innecesaria.
Es por esto que empecé a leer a Ana Bolena (Alas de Orquídea) y seguirla en su Instagram. Se especializa en ayudarnos a encontrar el balance entre nuestro cuerpo, mente y espíritu. Comparte meditaciones y lecturas que me han ayudado mucho.
Un ejercicio muy relajante es colorear. Es creativo y es una meditación también. Recomiendo que mientras colorees, escribas todo lo que venga a tu mente y verás de manera muy clara todos los pensamientos que brotan de ti. ¿Son positivos? ¿Negativos? Lo que vale la pena es que veas cómo te estás sintiendo la mayoría del tiempo.
3.       NATURALEZA
Yo vivo en Puebla desde hace algunos meses. He descubierto que cuando tengo un mal día y veo los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl en un atardecer, me doy cuenta que mis pensamientos se esfuman. Eso pasa porque de alguna manera concientizo que hay algo más grande, bello y abrumador que las tonterías que pasan por mi mente. Por ello, te recomiendo que intentes ver un amanecer, una bonita vista en un cerro o montaña, un atardecer, el mar, ve al parque, observa una flor, ve a un jardín. Lo que sea. La naturaleza es parte de nosotros, es nuestro hogar y entre más consciente estés de ello, más serenidad percibirás.
4.       HAZ EJERCICIO
Una de las mejores terapias que me han funcionado es hacer deporte porque trae cambios positivos tanto físicos como mentales. Cuando ejercitas, entrenas a tu mente a poder hacer más, poder hacer mejor. También aprendes a valorar más tu cuerpo y todo lo que puedes hacer con él. Al concluir tu ejercicio, siempre manifiestas agradecimiento. Just do it.
5.       COME SALUDABLE
Yo más que nadie soy amante de la comida chatarra. Me encantan los dulces, la pizza, las papas, las hamburguesas y todo eso. Sin embargo, muchas veces cuando me siento mal y como porquerías, termino sintiéndome peor. Tal vez no en el momento exacto, pero sí 20 minutos después de haber comido. Con este consejo no digo que te pongas a dieta; sino que elijas mejor los alimentos. Por ejemplo, una cena pesada nos dificulta poder dormir bien al contrario que una cena ligera como una ensalada. Disfrutar no quiere decir que algo deje de ser importante; más bien, al contrario, es vivir algo con importancia. Así debemos comer.

Estos consejos son los más sencillos y clásicos del mundo. Te recomiendo que el día que mantengas un diario para que documentes tu estado de ánimo cuando sigues estos consejos y verás cuánto vale la pena.